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diciembre 2017

Gerardo Caetano

Pinceladas sobre Gerardo Mantero

Es más que frecuente en GM tomar como centro representativo la figura humana. Lo hace de manera crítica, socarrona, expresiva. En su arte proyecta líneas entramadas, elementos imprevisibles, trazos que denotan impulso, grafismos. Es un dibujante que utiliza el color de forma expresiva; son colores lanzados, de manera cesuda e imperiosa, a la superficie (a veces superpuestos), como trazos o goteos con una textura especial. Cuentan que se crió en un Pocitos barrial. Jugaba al fútbol en Viejo Pancho y Obligado. Marco Maggi (quien realiza un texto sobre él para un catálogo del MNAV) narra que se juntaba a dibujar espalda con espalda junto a GM en un restaurante de la calle Ellauri: “Dibujábamos, como siempre, para nada y para nadie” . Compartían tertulias en un ambiente vinculado a la popular, el teatro independiente y la Cinemateca Pocitos. Mientras tanto Mantero se formaba: frecuentó los talleres de Hilda López, Dumas Oroño, Guillermo Fernández. Hizo diseño gráfico desde los años 80. Editó con Domingo Ferreira la Guía de Información de la Ciudad de Montevideo. Desde 1998 codirigió y editó la revista de Socio Espectacular, comenzó en el 2008 junto a Oscar Larroca la revista La Pupila, la que marca un hito ininterrumpido de crítica en información cultural y plástica en nuestro medio (tan premiada como leída). Mientras tanto GM viajaba por el mundo, realizó exposiciones en el extranjero y escenografías teatrales y carnavaleras.

Es una artista que genera su trabajo plástico junto a un frenesí de investigación ampliada hacia el trabajo de otros, difundiendo siempre pensamiento crítico.

Nació en 1956. Investigador sensible del discurrir nacional y antena atenta del mundo, pertenece a una generación necesariamente reflexiva.

Verónica Panella

Manual de (des) instrucciones

La muestra “Estado de Situación” transita por una singular galería de la obra reciente del artista visual Gerardo Mantero (Montevideo 1956), habilita por elementos fundacionales del imaginario nacional (la “garra charrúa, el modelo vareliano, la “Suiza de América” del Uruguay batllista) y los posibles desgarros que evidencia actualmente esta construcción. Con un vigoroso lenguaje expresivo que conjuga reflexión, desencanto y una breve cuota de ironía, la obra problematiza el relato de un posible Uruguay “de manual” y las sucesivas sustracciones que dan lugar a una inquietante instantánea, entre ajena y nostálgica, del modelo original.

Las piezas visualizadas acaban por resolver así una dimensión del sueño jungiano en el que un espacio familiar presenta un sector inexplorado, del que hasta el momento nada se sabía. El hecho artístico, sintetizado en el permanente riesgo de transitar al filo de la figuración y la abstracción, favorece la tensión limítrofe, así como la apertura de grietas habilitan al espectador a dimensionar críticamente el modelo que parece añorar. Hablamos de explosiones y de cosas que saltan por los aires, en términos analíticos, por parte de un creador que se autodefine “un artista conceptual que trabaja sobre la pared”. Sin embargo la gráfica de Mantero no necesita de estridencias ni “efectos especiales” para hacerse oír, circunstancias que en el actual mundillo de la espectacularidad visual vaciada de contenido no resulta una hazaña menor.

Pablo Thiago Rocca

Mantero y su manto (de dudas)

La pintura de Mantero es, como la de Figari, una pintura de ideas, y si bien no es una obra memoralista adopta una postura frente al pasado, no se queda en formalidades, discute y crítica el presente, como también lo hacia Figari en los múltiples ámbitos de su prédica. En el otro plano, en el formal-artístico, Mantero no desdeña el fuerte colorido, ni los recursos expresivos cercanos al infantilismo, esa manera lúdica de crear que es innovadora y provocativa al mismo tiempo, que puede ser visceral y matérica, dubitativa y juguetona.

Domingo Ferreira

El riesgo lírico

A mediados de la década del 80 conocí los dibujos de Gerardo Mantero y me llamó la atención el estilo suelto y descontraído con que elaboraba sus imágenes. Un riesgo lírico, propio de los que toman su tarea con la audacia silenciosa e imperturbable de los volatineros sobre la cuerda tendida en el vacío. Ese rasgo de carácter artístico lo ha seguido manteniendo en su pintura y uno tiene hoy la impresión, frente a su obra actual, de estar ante una aventura personal extrema.  Testigo de un ceremonial de tauromaquia. Riesgo, peligro, juego, estilo, arte.

Luis Bravo

Fúlgido Ritmico Abstracto – (servido en finas capas lúdico-críticas). (2010).

Gerardo Mantero (1956) pertenece la generación de los 80, lo que nos es un simple dato sino su primera condición a considerar. Su estreno en exposición colectiva fue en 1980, su primera muestra individual ocurrió un año después en la Alianza Frencesa, por lo cual la actual “Condición Humana” viene a celebrar en ese mismo espacio cultural-aunque sin proponérselo- el trayecto de 30 años de generosa labor en las artes plásticas: pintura, ilustración, diseño gráfico, arte correo y muralismo, escenografías, más la fundación de revistas y su gestión cultural. Cuando joven a esta generación (y uso el término a conciencia) le cupo urdir y rehacer los vínculos interculturales cortados por la represión dictatorial. Sólo por el hecho de ser jóvenes fueron vigilados y perseguidos por el régimen militar primero, y de inmediato rezongados (a veces castigados por la censura y el ninguneo) por desobedecer a sus mayores durante el período de la restauración culturosa (1985-1990), de aquel doblemente tutelado regreso a la democracia. El activismo en la resistencia cultural, así como la posterior (y honrosa) acusación de trasgresores, dio sus frutos. Estos /as artistas-principalmente plásticos, poetas y músicos imbricaron sus lenguajes en escenarios y publicaciones-produjeron con axiología propia, superando anteojeras ideológicas y genéricas (en todos los sentidos) ante un contexto paralizado por la ignorante arrogancia del poder, por el miedo, o por funcionamientos autoritarios que resolvieron disolver. Marcados por cierto idealismo de horizontalidad comunitaria-nadie es perfecto-lo bailado en esa década les dio el necesario temple para ser ellos mismos. De ahí que sus trazados creativos sigan siendo desafiantes, heterodoxos, internacionales, pelones, sustanciosos, en busca de su “máxima máxima”: el valor de la búsqueda artística en sí misma entre los otros.

Hoy esa generación entró con todo su caudal de experiencias en la treintena de su trayectoria productiva, algunos de sus integrantes son quienes otra vez se rebelan-equivocaos o no, pero lúcidos y polémicos- contra nuevos corsés canónicos, máxime si se viene de la mano de un invasivo fotocopiado de los centros hegemónicos. En medio de la sordera que provoca el ruidaje neo-global estos artistas se empecinan en crear contracorriente, así como calibrar los parámetros estéticos de un entrono desdibujado por lo el embate inmediatista, reaccionario a la reflexión.

No es casual entonces que dos cogeneracionales como Gerardo Mantero y Oscar Larroca codirijan, una revista de crítica como “La Pupila”, en cuyas páginas la discusión está abierta, así nuestra propia historia del arte comparece resignificando el presente.

Luis Vidal Giorgi

Desde la línea al mundo. (2012)

En Gerardo Mantero encontramos el dibujante nato, cuyo pensamiento se justifica y desenvuelve rizomáticamente en el recorrido de la línea. La línea crece, se madeja, se entrama y vuelve a crecer diluyéndose en una urdimbre casi líquida sin dejar de sugerirnos rastros de figuras que nos circundan y que forman el aspecto más inquietante de esa trama, su arista de confabulación acechante. Pero a su vez esa visión caligráfica, de lo que nos rodea en el Uruguay siglo XXI, se presenta en un despliegue ondulante de colores tan vibrantes en su combinación que nos distrae de ese registro y por momentos podemos confundir el testimonio distanciado con indiferencia lúdica, pero a medida que nos acercamos, atraídos por el color, esa tensión entre la agradable sinestesia colorida y las figuras disecadas en un paisaje urbano desierto de espiritualidad se resuelve en favor de la aridez en esos comportamientos en la trama social, y se instala el alerta en nuestra mirada, tal como puede serlo hoy en una calle cualquiera de la ciudad incierta.

Pilar González

Lo que muestra el espejo (2012)

Es posible concluir que el sentido de lenguaje de Mantero se encuentran una confluencia de elementos que fue trabajando de forma aislada hasta que llegó el momento que los encastró y los puso a funcionar como un todo: zonas matéricas y texturadas, otras de pintura que aplica de manera fina y plana, líneas enmarañadas y en relieve que atrapan a hombres y mujeres dibujados, líneas que cobran espesor se despegan del plano y encierran la obra por los cuatro costados, fondos recorridos por dibujos pequeñitos, muchedumbres, figuras colocadas en planos más cercanos, el blanco y el negro, las tonalidades vibrantes, lo estático y lo dinámico, los silenciosos personajes marchando, el ruido rechinante de algunos colores, elementos que van acercando al ojo o alejándolos de él, personajes en los que pone el énfasis o aquellos que lo hace desaparecer al colocarlos de manera de no generar ningún foco de interés porque este radica en la totalidad.

Mantero se vale de lo técnico, que ya es su aliado y lo pone al servicio de un estado sensible que se expresa a través de ese mundo imaginario de sueño, donde permanentemente aparecen datos que, a pesar de no ser ajenos a nosotros, igualmente resultan francamente perturbadores.

Marco Maggi

Desde la punta seca a la inundación (2012)

A fines de los años setenta, nos juntamos con Gerardo a dibujar en la trastienda de Maxwell, un restaurante de la calle Ellauri. Dos mesas apoyadas en paredes paralelas nos permitían trabajar dándonos la espalda. En medio del apagón general, compartíamos grandes amigos vinculados a la música popular, el teatro independiente y la Cinemateca Pocitos. Dibujábamos como siempre, para nada y para nadie. La mayor preocupación de Gerardo era-y es- recomponer, zurcir, hacer compatible elementos imprevisibles; mejorar la convivencia en la vida y en el papel. Uniendo contrarios en reuniones poco previsibles: tramas y traumas, abstracto o desfigurativo; gran gesto o detalle indigesto. Junta lo lento y lo violento porque el plan es el accidente desde la punta seca a la inundación. Evasivo incisivo amortigua en gran formato o estimula en pequeña escala, a todo color, en blanco y negro. Estampa y estampida.

No solo hermana dicotomías extremas sino que prevé estaciones intermedias que nos alejan de todo calvario o matiz intolerante. Caótico y destilado, curado y perturbador logra armonizar lo irreconciliable.

Ricardo Boglione

Tramas Circundantes. (2012)

Resulta sugestivo en la obra de Mantero ver cómo saltan todos los corsets racionales y la mera humanidad se derrite en formas blandas que flotan en un espacio indeterminado, donde sólo aparecen, ocasionalmente autos, tal vez condensados de la velocidad, una de las preocupaciones de estas tintas de colores manterianas. Rapidez en la ejecución y del impasto, determinan en estas Tramas Circundantes figuras apenas esbozadas, personas, cosas con grumos, chorros, mezcla salvaje de pigmentos. “Todo es acción, todo es incertidumbre, todo es locura”, sintetiza Pilar González hablando de Mantero.

Jorge Abbondanza 2012

El estimulante impulso de un artista alejado de la solemnidad. (2012)

Hace un par de años la muestra individual que Mantero hizo en la Alianza Francesa, pareció la culminación de sus décadas de actividad, donde recibió una formación de maestros eminentes y ha mostrado su trabajo en el terreno del diseño y hasta en la faena periodística (La Pupila), al margen de la pintura. Para esa muestra anterior se apoyaba sobre diagramas lineales donde la presencia humana es furtiva y exigía una determinada observación para detectarla. Ahora en la muestra que se está exhibiendo en el Museo Nacional de Artes Visuales (Tramas Circundantes), la figura humana es un factor dominante, promovido a primer plano por que su estampa movediza, enredada y burlona ayude a revelar significados y referencias, que pueden ir desde alusiones sociales hasta un erotismo parodial. Llevada por el empuje de su mano, la propuesta de Mantero es un reencuentro que vigoriza los atractivos de su producción mostrando al artista en el camino que marca la intuición, la madurez y la sensibilidad, tres auxilios que rara vez defraudan.

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