Acontecimientos mentales. (2007)
La vigencia de los equilibrios.
Desde su serie deportiva a comienzos de la década del noventa (Fútbol, 1990), la obra de Gerardo Mantero expone, con una fina dosis de cinismo, los escombros de cierta condición humana. Ello no significa que estemos ante un narrador oscuro, pues sus equilibradas señoras de bigotes y hombres embarazados denotan un cruce de género no exento de humor, más allá de toda simbología a propósito de las rutinas domésticas y los calvarios sociales. Por otra parte, las figuras antropomórficas que aparecen en esta muestra se apartan, quizá, de su exposición “El color del tiempo” (2000), sin perder por ello la ambigüedad que identifica una producción preñada de referencias a la silueta extraviada del individuo (huellas, sombras, fragmentos de sujetos, contornos que evocan la presencia por la ausencia). La deformación de esas figuras-escuetamente expresionistas-es más cercana a la anamorfosis de Antonio Seguí que a las figuras grotescas de Hugo Longa, debido, acaso, a la vinculación que ha sostenido Mantero con las artes gráficas. Una textura generosa en relieves, producida por incisiones y arañazos sobre una base de yeso, acompaña la materia espesa y suntuosa de la pintura, hasta el grado de no reconocer si es una textura pintada o si es el propio acrílico mezclado con otros ingredientes lo que determina ese espesor. Esto no es asunto menor: la obra se manifiesta a través de un diálogo circular entre la materia y el color para transmitir la sensación de agobio y vértigo que necesitan sus personajes aparentemente “amables”. La narración y la anécdota están supeditadas a este recurso plástico.