Después del dibujo todavía el dibujo. (2000)
Se puede entrar por el color, por la insinuación de una cara humana, por la luz entrevista a espaldas de una figura, por la remembranza de Figari, deliberadamente ingenua y puesta en marcos internos dentro de un marco general. También se puede viajar por el color, espesor de la materia, búsqueda y huída de las imágenes-desde el cuadro de más pequeño formato al de máxima presencia física. En cualquier caso el color destellante y al mismo tiempo cálido, el trazo con su huella gestual, la disolución del dibujo y su súbita reaparición, estarán conduciendo al contemplador de esta pintura de Gerardo Mantero por la exposición de sus deseos.
Sus deseo parecen ser separarse por un tiempo de la precisión de dibujante y de la anécdota inevitable que cuenta el trazo del dibujo. Así con la libertad de jugar metiendo la mano en la espesura del color y en el rasqueteo de la materia. Soltar la mano y ensuciarla con pintura es una nostalgia que puede comprender bien el escritor, que se maneja en el mundo de las palabras, es decir con signos que son siempre intermediarios.
Esa nostalgia por un caos inicial en que las formas van tomando lugar la puede abandonar, cumpliéndola, el pintor-dibujante-pintor.