Fúlgido Ritmico Abstracto – (servido en finas capas lúdico-críticas). (2010).

Gerardo Mantero (1956) pertenece la generación de los 80, lo que nos es un simple dato sino su primera condición a considerar. Su estreno en exposición colectiva fue en 1980, su primera muestra individual ocurrió un año después en la Alianza Frencesa, por lo cual la actual “Condición Humana” viene a celebrar en ese mismo espacio cultural-aunque sin proponérselo- el trayecto de 30 años de generosa labor en las artes plásticas: pintura, ilustración, diseño gráfico, arte correo y muralismo, escenografías, más la fundación de revistas y su gestión cultural. Cuando joven a esta generación (y uso el término a conciencia) le cupo urdir y rehacer los vínculos interculturales cortados por la represión dictatorial. Sólo por el hecho de ser jóvenes fueron vigilados y perseguidos por el régimen militar primero, y de inmediato rezongados (a veces castigados por la censura y el ninguneo) por desobedecer a sus mayores durante el período de la restauración culturosa (1985-1990), de aquel doblemente tutelado regreso a la democracia. El activismo en la resistencia cultural, así como la posterior (y honrosa) acusación de trasgresores, dio sus frutos. Estos /as artistas-principalmente plásticos, poetas y músicos imbricaron sus lenguajes en escenarios y publicaciones-produjeron con axiología propia, superando anteojeras ideológicas y genéricas (en todos los sentidos) ante un contexto paralizado por la ignorante arrogancia del poder, por el miedo, o por funcionamientos autoritarios que resolvieron disolver. Marcados por cierto idealismo de horizontalidad comunitaria-nadie es perfecto-lo bailado en esa década les dio el necesario temple para ser ellos mismos. De ahí que sus trazados creativos sigan siendo desafiantes, heterodoxos, internacionales, pelones, sustanciosos, en busca de su “máxima máxima”: el valor de la búsqueda artística en sí misma entre los otros.

Hoy esa generación entró con todo su caudal de experiencias en la treintena de su trayectoria productiva, algunos de sus integrantes son quienes otra vez se rebelan-equivocaos o no, pero lúcidos y polémicos- contra nuevos corsés canónicos, máxime si se viene de la mano de un invasivo fotocopiado de los centros hegemónicos. En medio de la sordera que provoca el ruidaje neo-global estos artistas se empecinan en crear contracorriente, así como calibrar los parámetros estéticos de un entrono desdibujado por lo el embate inmediatista, reaccionario a la reflexión.

No es casual entonces que dos cogeneracionales como Gerardo Mantero y Oscar Larroca codirijan, una revista de crítica como “La Pupila”, en cuyas páginas la discusión está abierta, así nuestra propia historia del arte comparece resignificando el presente.